Star Trek: Voyager (1995-2001)

Comencé a ver Star Trek: Voyager con muchas ganas. Después de Espacio Profundo 9, que es una serie más estática (se ambienta en una estación espacial en lugar de una nave espacial en movimiento), volver a un show con una nave que vuela libre entre las estrellas se antojaba un caramelito muy goloso. Y siempre apetece conocer a una nueva tripulación.

Además, sucede que la nave Voyager va a parar a una región nueva de la galaxia, el inexplorado Cuadrante Delta. Y la peliaguda situación de partida, con dos tripulaciones antagónicas obligadas a entenderse (una formada por subordinados de la Flota Estelar y otra compuesta por maquis) pintaba crema.

La serie empieza con bastante buen pie. Incluso diría que tiene un inicio más sólido que el de Star Trek: La nueva generación en su día. La nave Voyager y la nave maqui son transportadas por una anomalía subespacial a 20.000 años luz de casa, sin posibilidad de regresar a corto plazo. Les espera un viaje de retorno odiséico de varias décadas. Entre medias, tienen que sobrevivir en un entorno totalmente ajeno y desconocido, sin saber quienes pueden convertirse en sus aliados y quienes en enemigos a superar.

La ilusión por las aventuras de este nuevo elenco me duró las primeras temporadas. El punto álgido coincidió con la irrupción del personaje de Siete de Nueve. Pero luego fue decayendo y en las dos últimas se me disipó un montón. Especialmente ardua de ver fue la última temporada.

A continuación explico las razones de este bajonazo en mi disfrute seriófilo.

star trek voyager
Star Trek: Voyager, casting inicial a excepción de Chakotay y el Doctor.

Star Trek: Voyager – Especies alienígenas con poca chicha


Uno de los problemas con que me topé fue que las nuevas especies alienígenas que se va encontrando la tripulación de la Voyager en el Cuadrante Delta, de tipo humanoide principalmente, no terminaron de funcionarme.

Los Kazon me parecieron un remedo cutre de los belicosos klingon. Los Vidiianos, afectados de fago (una especie de lepra espacial) y que se dedican a robar órganos de otras especias para sobrevivir, me resultaron demasiado chuscos, un poco sacados de una serie B. Los Hirogen, una raza que sólo vive para la caza, son más interesantes pero no tuvieron demasiado recorrido. Y a los Malon, unos sucios contaminadores del espacio interesterlar, los encontré demasiado grotescos y burdos.

De hecho la serie, supongo que consciente de la falta de encanto de los antagonistas de los humanos, pronto empezó a tirar de viejos conocidos del Cuadrante Alfa. Así, por Star Trek: Voyager terminan desfilando Klingon, Ferengi, Cardasianos y hasta otros humanos.

La resistencia es fútil… O no


Los viejos enemigos que más reaparecen son los Borg (a partir de la temporada 3). No en vano, el Delta es su Cuadrante de origen. Se suele decir que desde su llegada, la serie orbita todo el rato en torno a los Borg. No es tanto así, pero es cierto que se les ve en bastantes ocasiones y pronto se terminan gastando, o sea que dejan de resultar amenazantes. Aunque tampoco podían durar siempre como la amenaza suprema. ¿O sí? Que se lo pregunten a Picard

La reina Borg también repite, por cierto. Y para mí es una figura que nunca debió haber existido. Aún así, la serie aporta elementos enriquecedores al lore. Aparte del personaje de Siete de Nueve, del que me explayaré más abajo, lo de los Borg reaccionarios e independizados del Colectivo tiene su aquel. También lo de los niños Borg liberados a medio asimilar.

La Especie 8472


Vinculados a los Borg, en Star Trek: Voyager también veremos a la Especie 8472. Son los archienemigos del Colectivo en el Cuadrante Delta (antes de la llegada de la capitana Janeway y compañía). Es una especie que acojona a los propios Borg y no es para menos, ya que son resistentes a la asimilación. Por lo que sé, son únicos en esto. Además, tienen armas más potentes y, mientras que a los Borg lo que los motiva es conquistar (asimilar) a todo quisqui, la Especie 8472 se rige por el único precepto de destruir a todas las demás.

La Especie 8472 procede de otra galaxia y por esto no son los típicos humanoides de Star Trek. Se parecen más a un tiburón martillo pero bípedo. Son telépatas y sus naves son orgánicas. La pena de la Especie 8472 es que tras dar la cara en unos pocos episodios, enseguida desaparecen de escena para no volver. Además, el CGI canta mucho.

Star Trek Voyager
Star Trek: Voyager ya sin Kes y con Siete de Nueve. Y con Chakotay y el Doctor.

La capitana Janeway y compañía


Pero el tema de la falta de empaque de los antagonistas quizá sea un hándicap menor respecto al verdadero problema de la serie: la falta de carisma y desarrollo de sus protagonistas. A la capitana Kathryn Janeway nunca llegué a pillarle el tono. A veces se comporta de forma bondadosa, compresiva, matriarcal y protectora. Pero otras es tiránica, despótica, arbitraria e inestable. Como digo, no me conquistó, no percibí en ella fortaleza suficiente y no se ganó un hueco en mi corazoncito.

Mi problema con Chakotay, líder de la tripulación maqui (terroristas contra la Federación por su política en Bajor. Véase: Star Trek: Espacio Profundo 9) es que acepta ser el Número Uno de la capitana muy fácilmente, a las primeras de cambio. Y se llevan como la seda durante el resto de la odisea estelar. El actor y el personaje me resultaron interesantes, pero su sumisión a Janeway representa perfectamente cómo los guionistas tiraron por tierra la estimulante premisa de partida: dos tripulaciones adversarias obligadas a compartir nave para sobrevivir en el Cuadrante Delta, con todos los conflictos grupales que este polvorín podría desatar.

En lugar de echar toda la carne en el asador, la serie optó por lo más cómodo: el espíritu colaborativo prima tras unas pocas fricciones en los primeros compases del show. Una pena, porque a dilemas como el de seguir adoptando los preceptos de la Federación (como la Primera Directiva), o ser un poco más flexibles con el objetivo de obtener tecnología que les permita regresar antes a casa, podrían haberles sacado más jugo.

Al piloto Tom Paris le ocurre otro tanto de lo mismo. Se nos presenta como un individuo rebelde y problemático. Pero se vuelve disciplinado muy pronto y al final es poco menos que un santo. Y su compañera Belanna Torres, medio humana, medio Klingon, me resultó bastante sosa. Aunque si la comparamos con el alférez Kim, el suyo es un personajazo. Y es que el alférez Kim tiene menos carisma que una balón pinchado.

El vulcano Tuvok me convenció bastante. El actor lo hace bien en su modo de actuar contenido, y su personaje protagoniza dos de los episodios que más me gustaron. En uno, realiza una fusión mental con un psicópata que lo deja (a Tuvok) bastante trastornado. En otro se fusiona accidentalmente con Neelix, un lugareño del Cuadrante Delta que se une a la tripulación de la Voyager como cocinero, dando como resultado a un nuevo individuo: Tuvix. Separar de nuevo a Tuvok de Neelix supondría el asesinato de Tuvix…

Hablando de Neelix… ¡Menudo plasta! Me resultó cargante y odioso a más no poder. Sobre todo en las primeras temporadas. Hacia el final ya se me hizo más soportable.

El personaje de la ocampa Kes, la otra aliénigena que se une a la Voyager, me agradó bastante más. Encontró su lugar en la nave ejerciendo como terapeuta y psicóloga de la tripulación gracias a su gran empatía. Función, por cierto, muy al estilo de lo que se le presuponía a Deanna Troi en La nueva generación y que realmente poco logró. Eso sí, había algo turbio en la relación sentimental de Kes con Neelix. Chirría porque los ocampa sólo vivan 9 años, aunque Kes aparenta unos 25. Y por los celos patológicos de Neelix.

La actriz que interpretaba a Kes, Jennifer Lien, me parece que hizo un buen papel, aunque es poco recordada. En parte por su precipitada despedida a mitad de la serie, supongo, pero sobre todo porque fue sustituida por la volcánica Jeri Ryan como Siete de Nueve.

USS Voyager (NCC-74656)
USS Voyager (NCC-74656).

Siete de Nueve y el Doctor – Los grandes aciertos de Star Trek: Voyager


Siete de Nueve y el Doctor son lo más memorable de Star Trek: Voyager. Robert Picardo lo borda interpretando a un médico holográfico de emergencia que trasciende su programación para, poco a poco, convertirse en un individuo pleno. Viene a ser un trasunto de Data en TNG pero con personalidad y evolución propios.

Siete de Nueve recorre un camino similar al del Doctor, pero a su manera. Asimilada por el colectivo Borg desde niña, su viaje de regreso al género humano nos da los capítulos más interesantes e intensos de la serie. Jeri Ryan está fantástica en su desempeño, y no lo digo sólo por su presencia explosiva. Demostró ser una actriz con mucho talento. Transmite emociones y ¡hasta sabe cantar!

Aunque también te digo una cosa: a mi juicio, en varios episodios los guionistas explotaron demasiado su aspecto sensual. Vistos hoy día, eso algunos capítulos dejan un regusto un poco rancio y bochornoso.

Siete de Nueve fue lo mejor que le pudo pasar a la serie, pero también lo peor. Acaparó todo el interés de los guionistas en muchísimos episodios, adueñándose casi por completo de la serie. Son esos unos episodios memorables, sin duda, pero que conllevaron un menoscabo para el resto de los personajes. Si Chakotay y Tuvik, por citar a dos de ellos, ya estaban bastante limitados en su desarrollo, tras la irrupción de Siete de Nueve les llegó poco menos que la muerte cerebral.


En conclusión, para los amantes del universo Star Trek, Voyager es indispensable. Y más aún para no perderse ningún detalle de la más recientes aventuras de Picard en solitario. Muchos capítulos son disfrutables, un montón incluso. Pero la sensación global final es de oportunidad perdida, de premisa desaprovechada. A la hora de valorarla la sitúo por detrás de TNG y EP9. (Enterprise no la he visto todavía).

Teniendo en cuenta que la serie consta de 7 temporadas, con 26 episodios cada una (excepto la primera, de sólo 16), hay que tener muchas ganas o ser muy trekkie, como digo, para vérsela completa estos días de aluvión constante de novedades de ciencia ficción en plataformas de streaming y demás. Se la recomiendo íntegra sólo a los más cafeteros y cafeteras de la ciencia ficción televisiva ya un poco añeja.

LIBRO RECOMENDADO:

Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción.

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