La invención de la tumba del Apóstol Santiago

El Apóstol Santiago el Mayor habría nacido en Jerusalén en tiempos de Jesucristo. Fue, de hecho, uno de los doce apóstoles más cercanos a Jesús. Santiago, además, habría sido uno de los tres seguidores presentes en el supuesto milagro realizado por Jesucristo de la resurrección de una persona fallecida, la hija de un tal Jairo.

Por defender su fe Santiago fue el primer apóstol que sufrió martirio. Y fue decapitado en el año 44 E. C. por orden del rey Herodes Agripa I. Su delito: predicar el cristianismo.

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Detalle de la Catedral de Santiago de Compostela.

El Apóstol Santiago en Hispania

En ningún momento de la Antigüedad se menciona en textos sagrados o históricos la presencia de Santiago en Hispania. Sin embargo, a fines del siglo VI, en un texto conocido como Breviario de los Apóstoles, se le atribuye de la nada la predicación en las regiones occidentales, entre ellas Asturias, Galicia y Castilla. En estos lugares, sin embargo, no habría captado demasiados conversos.

Algo mejor le habría ido a Santiago en su último destino, Zaragoza. Tan bien le fue atrayendo adeptos que se cuenta que edificó la primera capilla cristiana en Hispania. Este lugar habría sido el mismo donde se ubica la actual Basílica del Pilar. Según la leyenda cristiana, María se habría aparecido en Zaragoza Santiago «en carne mortal» sobre una columna—«el Pilar»— el 2 de enero del año 40 E. C. Es por eso que a la basílica se la denomina el Pilar. La aparición de María habría sido auspiciada por el éxito proselitista del Apóstol.

Basílica del Pilar.

En busca del Arca Marmórica

Volvamos a la muerte del Apóstol Santiago. Para su enterramiento, realizado en la actual Palestina, se habría escogido un mausoleo funerario construido con una estructura de arcos marmóreos. Allí se guardaron sus reliquias.

La leyenda dice que al poco dos discípulos de Santiago (Teodoro y Anastasio) robaron su cuerpo y lo llevaron en barco a Gallaecia (más o menos la actual Galicia en tiempos del Imperio Romano). El motivo de traerse sus restos fue que en esas tierras habría predicado el Evangelio.

¡Recordemos que la distancia de Palestina a Galicia es de unos 4.000 km!

Tras la larga travesía, los profanadores de la tumba, Teodoro y Anastasio, habrían llegado al puerto de Iria Flavia (actual Padrón) en una barca de piedra llamada Arca marmórica. Una vez allí se pusieron a buscar un lugar en el que dar sepultura a su maestro. Para ello, pidieron consejo a la Reina Lupa (una figura galaica mítica y legendaria, no histórica). Pero a Raína Lupa, lejos de ayudar, se dedicó a poner obstáculos en su camino.

Sin embargo, los discípulos superaron todas las trampas gracias a una serie de milagros que impresionaron a la soberana, a raíz de lo cual Lupa habría decidido convertirse al cristianismo. La reina finalmente los condujo al lugar perfecto para enterrar al Apóstol: el desconocido bosque de Libredón. La propia Arca marmárica, que por cierto primero les sirvió de barco (¡WTF!), se habría usado de féretro.

Los dos varones permanecieron custodiando la sepultura hasta su propia muerte. Y al expirar habrían sido enterrados junto a su maestro. Sin embargo, el sepulcro cayó en el olvido durante 8 largos siglos.

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Fachada de la Catedral de Santiago.

El milagro del Campo de Estrellas

En el año 823, un ermitaño llamado Pelayo, Payo o Paio, un buen día vio unos fenómenos extraños en el cielo. La leyenda dice que eran unas luces, parecidas a estrellas, que apuntaban a un lugar del bosque.

Confuso, Pelayo fue a contarle el suceso al obispo de Iria Flavia, Teodomiro. Ambos decidieron ir juntos al punto que indicaban los resplandores. Y justo allí apareció el sepulcro del Apóstol y sus discípulos. ¡Mira qué bien!

Pelayo y el obispo Tedomiro avisaron del descubrimiento al rey de Asturias, Alfonso II el Casto. El soberanu quiso ir a ver la tumba en persona y utilizó la ruta que hoy conocemos como el Camino Primitivo, una variante cantábrica del Camino de Santiago. Cuando llegó y chequeó, Alfonso el Casto ordenó la construcción de un templo en el que guardar los restos de Santiago el Mayor. Este santuario se convertiría, con el transcurrir de los siglos, en la Catedral de Santiago de Compostela.

La antigua Compostum era probablemente un lugar de enterramiento de gente importante en tiempos celtas y romanos. La ciudad de Santiago, por tanto, estaría asentada en parte sobre una necrópolis dolménica y en parte sobre un castro celta. El nombre de Compostela -derivado de campus stellae, «campo de la estrella»-, aparece citado por primera vez en un texto del año 955. Esta primera etapa en su evolución concluyó en el 997 con el saqueo al que las tropas de Almanzor sometieron a la ciudad.

El descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago el Mayor fue el que dio el pistoletazo de salida a la creación del Camino de Santiago, una ruta ya milenaria que continúa atrayendo a miles de caminantes hoy en día. Curiosamente, esta habría sido la misma ruta seguida por los restos del hereje galaico del s. IV Prisciliano.

El nombre Santiago en tiempo pretéritos tenía las variantes de Jacobus, Iacobus y posteriormente Sant-Yago. Es debido a este Jacobus que al Año Santo Compostelano se le llama Año Jacobeo.

Lost in translation – La huida del Apóstol Santiago

Quedan todavía dos últimos giros en esta historia. Primero, los restos del Apóstol Santiago no permanecieron en el mismo lugar por siempre. En el siglo XVI, concretamente en el año 1589, el cabildo de la Catedral decidió esconder el cuerpo del Santo ante un posible ataque del pirata inglés Francis Drake.

España se encontraba en guerra con Inglaterra. Después del fracaso de la Armada Invencible, los británicos atacaron la ciudad de A Coruña y los sacerdotes estaban convencidos de que el próximo blanco del corsario sería Compostela.

El escondrijo de los restos fue tan bueno que no se volvió a saber de ellos hasta el siglo XIX, nada menos. Y eso pese a que no los ocultaron muy lejos: se encontró la tumba al realizar unas excavaciones, en el año 1879, en una pequeña capilla situada detrás del altar mayor de la propia Catedral de Santiago. En el año 1884, el Papa León XIII confirmó la autenticidad del cuerpo del Apóstol e invitó a los católicos a peregrinar a la capital gallega.

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Claustro de la Catedral de Santiago de Compostela.

El problema de los tres cuerpos

Se dice que en la capilla se hallaron tres cuerpos. ¿Santiago y sus dos discípulos, Teodoro y Anastasio? ¿ O el hereje Prisciliano y los suyos? Un rumor plantea que uno de los cuerpos era de una mujer, lo que daría más pábulo a la versión de Prisciliano. Y otra habladuría refiere que al menos uno de los cuerpos pertenecía a un animal.

El caso es que nunca lo vamos a saber porque la Iglesia jamás ha permitido, ni permitirá, hacer un análisis forense de los restos encontrados. Por lo que sea, no les interesa examinar la evidencia científica.

Sea como fuere, para los creyentes es el Apóstol Santiago quien descansa en una cripta situada debajo del altar mayor de la Catedral. Y visitar este lugar y presentar sus respetos a la supuesta tumba del Santo es uno de los rituales imprescindibles para todo peregrino que llega a Compostela. Un triunfo inapelable, por tanto, del marketing y la propaganda.

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