Takarabune es una novela de ciencia ficción del autor español Sabino Cabeza. Fue publicada en 2023 por la editorial Minotauro, dentro de la colección Laberinto.
Sabino Cabeza Abuín es un escritor veterano con dos premios Minotauro a sus espaldas. En 2020 lo ganó con la novela Frontera oscura. Y en 2025 con Proyecto Hermes.
Cabeza es un autor sevillano de nacimiento (1965), aunque desde hace veinte años vive en Zaragoza. Su carrera profesional está vinculada al Ejército del Aire y posee formación en Psicología. Su obra de ciencia ficción bebe de los clásicos, desde Julio Verne a Carl Sagan, pasando por Poul Anderson, Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin y Domingo Santos, entre muchos otros.

Takarabune – El barco del tesoro
La novela nos sitúa en la Takarabune, una nave generacional enorme, de unos 60 km. de largo, y que transporta alrededor de 80.000 tripulantes. La Takarabune está en pleno viaje interestelar en busca de un nuevo hogar para la humanidad. El motivo es que la Tierra ya no invitaba al optimismo en lo que a supervivencia de la especie se refiere.
Tras 500 años viajando en hibernación, la tripulación se lleva el chasco de que el planeta que iban a colonizar ha sido reducido a escombros por algún cataclismo cósmico. Ante esta tesitura, a la Takarabune no le queda más remedio que poner rumbo al siguiente al planeta presumiblemente habitable más cercano. Esto supone que el viaje se alargue otros 400 años más.
Para realizar el Segundo Viaje ha sido preciso realizar una serie de cambios drásticos a bordo de la nave. Para empezar, toda la tripulación fue despertada del criosueño. En consecuencia, se impone la necesidad de estructurar esta nueva sociedad cerrada en etnias diferentes. Los miembros de las distintas comunidades lo único que tienen en común es la función que desempeñan en la nave, independientemente de su color de piel u otros rasgos físicos.
Las distintas etnias de la Takarabune son: ingen (ingenieros), angren (agricultores), milites (militares), scientia (científicos), psiens (psicólogos) y clerians (estos últimos no son lo que parecen ser en un principio, así que me cayo su verdadero papel en la sociedad). La autoridad al mando de la nave la conforma la Auctoritas.
La Takarabune ya no está para muchos trotes
Todo esto que acabo de contar son, en realidad, los antecedentes de la historia que realmente se nos va a contar en Takarabune. La novela arranca con la nave ya cerca de completar su Segundo Viaje, pero con unas cuantas décadas más todavía por delante. El gran desafío es que la nave no fue construida para durar tanto y empieza a dar síntomas de agotamiento. Este agotamiento afecta tanto a la nave física como al clima de tensión que hay abordo.
Encontraremos en Takarabune algunos de los típicos lugares comunes las narraciones ambientadas en naves generacionales. El de la tripulación separada en castas rígidas, ya señalado, es uno de ellos. Otro es que en el pasado hubo un motín que terminó con un 10% de los pasajeros desterrados a los confines de la nave. Al lugar del destierro lo llaman cariñosamente «el Inframundo». Desde entonces, la tripulación “de bien” apenas ha mantenido comunicación ni contacto con estos indeseables.
En medio de todo este jaleo, Thorion Cadena es un ingen (ingeniero) a bordo de la Takarabune. Al poco de empezar el libro, Thorion descubre que el casco de la nave está sufriendo un deterioro muy acusado y que amenaza con destruir la nave antes de que esta llegue a destino. Además, será informado de que una nueva sedición se está cociendo a fuego lento a bordo de la nave. El movimiento se denomina Círculo Pi.
Thorion, que es el narrador en primera persona de la novela, también tendrá tiempo de enamorarse de Nikkal, una angren que conoce en un lugar aparatado de la nave llamado el Mirador.
A mitad de la novela, Thorion cederá el testigo como narrador a su hija Crisol. Crisol deberá afrontar retos heredados del pasado y otros nuevos si quiere llevar a cabo con éxito la misión de la Takarabune.
Una odisea espacial que va de más a menos
Con todos los elementos mencionados, Sabino Cabeza arma un argumento con reminiscencias a la Odisea, y en el que presta especial atención a las motivaciones y a la vida interior de los dos protagonistas principales, Thorion y Crisol.
Cabeza aborda temas como hasta qué punto puede ser útil, pero también injusto, organizar una sociedad jerarquizada y compuesta por departamentos estancos (con evidentes paralelismo con nuestra sociedad actual). También se exploran asuntos como el sacrificio, la responsabilidad, el rechazo y los fanatismos.
El papel de la religión en la estructuración de esa sociedad también será explorado mediante la existencia de una IA que supervisa todos los procesos de la nave y que recibe, precisamente, el nombre de DIOS. La difusa frontera entre la vida orgánica y la vida artificial será otro tema de reflexión en la novela.
En Takarabune hay presentes, aquí y allá, evidentes guiños y homenajes a Star Trek, como la existencia de tubos de Jefferies y de un entorno metavirtual que recuerda a la holocubierta de La nueva generación. Por cierto, esta tecnología sirve para dar rienda suelta al Gozo, un tiempo de asueto en el que, para aliviar tensiones, los tripulantes se entregan al sexo desinhibido (pero no explícito).

Takarabune pincha cuando le toca ser intensa y apoteósica
Takarabune me ha parecido una novela competente, bien escrita y bien armada. Pese a tener más de 400 páginas, mantiene el interés hasta el final, aunque decae un poco a partir de la mitad. La razón es que algunos de los conflictos que plantea se resuelven, digamos, fuera de foco, y eso me resultó poco satisfactorio. Además, adolece de algo más de acción e intensidad en los momentos clave.
A medida que iba leyendo, me daba la sensación que se iba a dirigir hacia un final apoteósico, pero el desenlace pierde pulso por el camino. Por ejemplo, una situación especialmente delicada se da cuando los mandos tienen que hacerse con el modulo Argus para desembarcar en Ítica, que es como han dado en llamar al planeta al que se dirigen. Pues bien, resulta que en este módulo Argus es donde están recluidos los parias de la nave. El momento se resolverá contándonos a posteriori lo que pasó, contándolo en vez de mostrárnoslo, quiero decir. Un poco chasco.
Otra amenaza importante es el llamado Círculo Pi, un grupo de fanáticos que rechazan a la Auctoritas. Se oponen al plan que se propone para que la Takarabune llegue a destino, que consisten en aligerar su armazón para así aumentar su velocidad. Este plan se traza teniendo en cuenta todas las vidas a bordo, pero los intransigentes del Círculo Pi abogan por deshacerse sin más de los indeseables del Inframundo. Cometerán actos terroristas para lograr su objetivo. Pero la resolución de este conflicto también se nos cuenta en la novela un poco de pasada, en lugar de mostrarla más al detalle.
El autor apuesta, en cambio, por hacer un retrato íntimo de sus protagonistas, primero Thorion y luego Crisol. Pero el cambio de narrador a mitad de novela es una apuesta arriesgada. Disfruté mucho más de la parte narrada por Thorion, con más sentido de la maravilla y del misterio. El propio personaje, por su condición de espíritu libre, inadaptado y soñador, me generó más empatía que Crisol. Cuando Crisol se hace cargo de la narración, sentí cierto desapego hacia ella y su actitud victimista y la relación conflictiva con su madre.
Una novela recomendable, aunque no memorable
En definitiva, quizá Takarabune no aporte nada nuevo al subgénero de naves generacionales, aunque sí se esfuerza en no repetir del todo cosas ya leídas. De todas formas, es una novela amena y que leí con fluidez, aunque difícilmente echará raíces en mi memoria.
En cuanto a su estilo, es una novela con una prosa precisa, concisa y elegante, aunque carece de lirismo. Se disfruta bastante pero no llega a hacerte vibrar, sobre todo de la mitad al final. Creo que encaja dentro de la ciencia ficción dura, más que en la space opera, por su descripción más o menos argumentada de los aspectos tecnológicos. O al menos da esa apariencia.
1 comentario de “Takarabune – La odisea de una nave generacional”
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