El resplandor (The shining, 1980) es una película que no requiere demasiada presentación. Fue dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por Jack Nicholson y Shelley Duval. Se basa en una novela del mítico Stephen King quien, por cierto, no quedó nada contento con la adaptación (para variar).
La terrorífica trama de El resplandor gira en torno a la perniciosa influencia que el hotel Overlook ejerce sobre la mente de Jack Torrance, vigilante del lugar. Poco a poco, Torrance se va convirtiendo en una amenaza para su única compañía en el hotel, su esposa y su hijo.
La otra película que os comento, Asesino invisible (1977), ha pasado mucho más desapercibida. Su título original es The car, y en algunos países de Hispanoamérica se la tituló El auto. Fue dirigida por Elliott Silverstein, responsable también del extraño western Un hombre llamado Caballo (1970), con un salvaje Richard Harris a la cabeza.
Asesino invisible es considerada en ciertos círculos una película de terror de culto. Entre el reparto destaca James Brolin (padre de Josh Brolin), al que también podemos ver en Almas de metal, Capricornio Uno o Terror en Amityville. También aparece un jovencísimo Ronny Cox (el guitarrista de Deliverance).
Asesino invisible narra los ataques que sufren los habitantes de un anónimo pueblo americano a cargo de un vehículo que aparentemente circula sin conductor. Lo que impulsa al automóvil a matar parece ser algún tipo de fuerza demoníaca.
Lo relevante de la peli no es la posible explicación de la premisa de la que parte, sino el suspense generado en las escenas de agresión y el carismático aspecto del coche, un Lincoln Continental adecuadamente modificado.
¿Qué tienen en común «El resplandor» y «Asesino invisible»?
Cuando uno empieza a ver El resplandor se encuentra con una estupenda secuencia de apertura, una toma aérea sobre la que suena el tema musical principal. Se trata de una pieza que tiene un aire siniestro, como de mal presagio:
Se encargó de la banda sonora la compositora Wendy Carlos, que antes ya había colaborado con Kubrick en La naranja mecánica. W. Carlos sobresalió por el uso del sintetizador, lo más de lo más en la música electrónica de la época. También fue responsable de la banda sonora de la ochentera Tron.
Por su parte, el espectador que se atreva a ver Asesino invisible oirá en distintos momentos de la película la siguiente música:
La banda sonora de Asesino invisible la firma el compositor Leonard Rosenman, un hombre muy influido por la música dodecafónica y atonal. Otras partituras suyas podemos oírlas en Al este del Edén, Barry Lyndon, Star Trek IV – Misión: salvar la Tierra, Viaje alucinante o en la versión animada de El señor de los anillos.
Si prestamos atención nos daremos cuenta de los evidentes parecidos musicales entre los temas de ambas bandas sonoras. Aunque interpretada a distinto tempo y con distinto tratamiento (más fragmentario y chirriante), básicamente la secuencia de acordes utilizada por L. Rosenman es la misma que la adaptada por W. Carlos. ¿Por qué ocurre esto? ¿Se trata de un plagio o hay algo más?
Dies irae – Día de la ira
Para encontrar la respuesta tenemos que remontarnos a la Edad Media cristiana europea, al siglo XIII pare ser más precisos. Por aquellos tiempos empezó a triunfar un poema musical que se conoce como Dies irae (Día de la ira), siendo uno de los himnos que se cantaban en las misas católicas; en concreto, se usaba en las misas de difuntos. El texto se escribió en latín y se interpretaba al estilo del canto gregoriano. Sonaría más o menos así:
El texto se inspira en el temor al castigo divino de la teología medieval. Se nos presenta a Dios como un juez inmisericorde que aplica mano dura a los pecadores tras la muerte, con la llegada del Día del Juicio Final. De ahí su carácter tétrico y luctuoso.
Dies irae a cascoporro
Durante los siglos XIII, XIV y XV, el Dies irae se hizo tan popular que se convirtió en un meme musical. Se cantaba a una sola voz al principio, y luego a finales del XV se incorporó a la música polifónica. Se usaba para dar un ambiente fúnebre, de reverencia ante la muerte. Fue un tópico recurrente presente en la obra de compositores como el francés Lully.
Más tarde, con Haydn, el Dies irae dio el salto a la música sinfónica. Su faceta de recurso para meter tensión y miedo ya estaba asentada.
Con Mozart primero y Verdi después, curiosamente, se dio una escisión entre texto y melodía. En los respectivos Dies irae de sus misas de réquiem, estos autores conservan la letra pero componen música totalmente nueva (y abrumadoramente apocalíptica, dicho sea de paso):
El Dies irae de Berlioz
Peso a los desvíos que acabamos de señalar, el tópico del Dies irae se consolidó mayormente inalterado en lo musical como la banda sonora ideal de algo diabólico que está al acecho durante el Romanticismo, que fue un periodo artístico de especial fascinación y pasión por lo oscuro y lo sobrenatural.
Se considera a Berlioz el forjador del Dies irae más ultra-tétrico hasta la fecha en su Sinfonía Fantástica (Sinfonía fantástica: Episodio de la vida de un artista, en cinco partes, 1830). La composición, en su 5º movimiento (Sueño de una noche de Sabbat), refleja los tormentos de un condenado al infierno que presencia un aquelarre rodeado de monstruos atroces, brujas y hechiceros.
Posteriormente, otros grandes compositores como Chopin, Liszt, Rachmaninov o Mahler reinterpretaron también a su manera este Día de la ira.
Finalmente, la incorporación del Dies irae al mundo del cine se puede rastrear en infinidad de títulos además de los ya mencionados, desde Qué bello es vivir a El rey león, pasando por Star Wars, Atrapado en el tiempo o Babe, el cerdito valiente.
Los otros diablos sobre ruedas
Asesino invisible es un claro antecedente de la novela Christine, de nuevo del gran Stephen King, que recoge sin pudor la idea del automóvil autoconsciente y maligno. A su vez, Asesino invisible se inspiró en la obra maestra de S. Spielberg El diablo sobre ruedas (Duel, 1971). En esta película un camión (conducido por un ser humano, aunque nunca le vemos el rostro) acosa psicopáticamente al conductor de un turismo.
El diablo sobre ruedas también tiene su propia curiosidad musical: en varios momentos su banda sonora (a cargo de Billy Goldenberg) homenajea la partitura que compuso Bernard Hermann para Psicosis (Psycho, 1960).
Se notan los guiños de El diablo sobre ruedas a Psicosis en los siguientes cortes:
Psico-Beatles
Curiosamente, la partitura de Psicosis también penetró en la música de los Beatles, concretamente en la canción Eleonor Rigby. Se pueden oír ecos de las puñaladas de los violines de B. Hermann en los staccatos de los violines de la canción de Paul McCartney. Más info sobre este particular, aquí. (Aprovecho para enviar un saludo a Victor Deckard, del proyecto cultural Podcaliptus, que fue quien me dio el chivatazo).
SOBRE MÍ Me llamo P. A. García y soy escritor. Tengo tres novelas publicadas: Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción. Porvenir es una aventura espacial futurista con toques apocalípticos. La Secta del Fuego es una novela de espada y brujería. También he escrito para Ediciones Akal el libro de divulgación histórica La Francia de Gilles de Rais. El primer asesino en serie de la historia. Además, participo en el pódcast sobre cine e historia La Hoguera de los Necios.