Doce hombres sin piedad

Doce hombres sin piedad es una película de 1957 dirigida por el estadounidense Sidney Lumet.

Título original: 12 angry men

Título en Hispanoamérica: Doce hombres en pugna

Fue la primera película de Sidney Lumet y quizá su trabajo más memorable. Aunque en los años siguientes rodaría otras grandes películas como Serpico (1973), Tarde de perros (1975) o Network, Un mundo implacable (1976)

Estamos ante un filme de cine jurídico rodado en blanco y negro, sinónimo de que no contaba con demasiado presupuesto. En esa época el B/N ya empezaba a estar un poco anticuado.

La película se estrenó el mismo año que El puente sobre el río Kwai. Aunque Doce hombres sin piedad estuvo nominada en las categoría principales, El puente sobre el río Kwai se llevó los principales Oscar (mejor película, director y guion adaptado).

Doce hombres sin piedad: Cine jurídico y mucho más

La película está basada en un guion para TV escrito por Reginald Rose en 1954. El guionista se inspiró en su propia experiencia como jurado en un caso de homicidio.

Henry Fonda la produjo. Fue su única peli producida. Tenía 52 años y ya estaba establecido en Hollywood. Fonda conocía a Lumet porque lo había dirigido en una serie de TV. Varios actores que aparecen en el largometraje de Lumet, como Joseph Sweeney y George Voskovec, ya habían participado en la versión televisiva.

Henry Fonda en una escena de Doce hombres sin piedadFilmAffinity

El argumento de la película es bien sencillo: durante la hora y media de metraje doce jurados populares deliberan en un juicio por homicidio en primer grado hasta alcanzar un veredicto unánime.

Doce jurados debaten sobre un homicidio en primer grado hasta alcanzar un veredicto de culpable o no culpable. Un único escenario: la sala de deliberaciones. Una única condición: el veredicto debe ser unánime.

Cine jurídico, por tanto, pero mucho más. Doce hombres sin piedad aborda la complejidad de las personas al rechazar sus sentimientos para poder ser objetivos. A partir de una situación microgrupal se analiza una temática macrosocial: los prejuicios.

El elemento central es el concepto de duda razonable, fundamental en la Constitución estadounidense. No se trata de demostrar la inocencia o culpabilidad del chico acusado de asesinar a su padre, sino que el conjunto de prejuicios condicionan una apariencia de culpabilidad que es más endeble de lo que parece. en un principio.

In dubio, pro reo: Ante la duda, a favor del reo

Doce hombres sin piedad sostiene que hay que desvincularse de los prejuicios para juzgar fríamente si las pruebas son concluyentes. ¿Cómo se gesta un juicio sobre la realidad? En base a las opiniones previas. O sea, se plantea la importancia, la influencia, de los esquemas personales, sociales o familiares a la hora de juzgar objetivamente a un presunto criminal.

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Una escena de la película

El personaje interpretado por Henry Fonda no se plantea si el chico es culpable o inocente, solo que tiene dudas, al menos una duda razonable.

El chico se merece que no emitan un veredicto a la ligera -dice-, sino que primero se tomen la molestia de estudiar a fondo las pruebas supuestamente irrebatibles (navaja, declaraciones de testigos, el móvil del crimen).

El personaje de Fonda es un hombre normal, no fanático ni dogmático, inteligente, analítico y compasivo, en contraste con otros jurados que son o viscerales, o pasotas, o demasiado fríos o condicionados por su forma de ver el mundo.

El jurado popular y pena de muerte

La obra también puede considerarse un alegato contra la institución del jurado popular. Por ejemplo, uno de los miembros tiene prisa por terminar porque tiene entradas para el beisbol. Otro se deja llevar por sus prejuicios racistas/clasistas, “todos los de su clase son así”. Y, el más visceral de todos, proyecta contra el acusado la frustración y rabia que siente por su hijo.

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Lee J. Cobb en el papel del hombre encolerizado con su hijo

Los doce jurados reúnen diferentes cualidades y defectos: está el que tiene voluntad de hacer las cosas bien; el influenciable, el iracundo resentido con su hijo; el egoísta sin escrúpulos; el disidente, que es templado, racional, firme, dialogante, implicado y empático; el clasista, prejuicioso y racista; el veleta; etc.

También encontramos en Doce hombres sin piedad una reflexión en contra de la pena de muerte, que se impone con demasiada ligereza. El juez dice con aburrimiento y desidia, casi bostezando, que si al acusado se le considera culpable la pena de muerte es obligatoria.

En definitiva

Doce hombres sin piedad es el relato de una caída de fichas de dominó: de la presunción de culpabilidad a la presunción de no culpable en base al concepto de duda razonable.

doce hombres sin piedad
CMR

El buen hacer de Lumet se ve en la depuración de las motivaciones de los personajes y en la arquitectura visual, así como en la posición de la cámara: primer acto, encima del nivel de los ojos y gran angular (presenta una separación entre personajes); en el segundo acto, cámara al nivel de los ojos; y en el tercer acto, primeros planos para acentuar la sensación de claustrofobia.

Sidney Lumet: Más allá de Doce hombres sin piedad

El director de cine Sidney Lumet nació en Filadelfia en 1924. Su padre era actor y su madre bailarina. Siendo tan solo un bebé la familia se trasladó a New York y ahí residió el resto de sus días.

sidney lumet
Sidney Lumet durante un rodaje – El Peliculista

Trabajó en teatro, radio y cine y, durante la Segunda Guerra Mundial, se dedicó al mantenimiento de radares en la India.

En un tren en Calcuta fue testigo de un hecho traumático: una violación grupal por parte de soldados estadounidenses a una niña.

“Fue una vivencia decisiva que me hizo entender lo difícil que es asumir nuestra responsabilidad como individuos y rebelarnos ante situaciones con las que no estamos de acuerdo”.

Sidney Lumet

Antes de dar el salto a la gran pantalla realizó numerosos telefilmes. De hecho, Doce hombres sin piedad originalmente se concibió para este formato.
En general sus películas representan un retrato de la USA más sórdida. Lumet muestra una preocupación por conflictos éticos en la mayoría de sus obras: sobre lo que está bien y mal, sobre el sentido de la justicia y las contradicciones de la sociedad americana.

Realizó varias películas policiacas ambientadas en NY, como Serpico, en la que mostraba los bajos fondos y la corrupción policial.

Se mantuvo activo y lúcido hasta pasados los 80 años. Dirigió más de 44 películas en 50 años con temas y enfoques diversos. Rodaba sin estilo definido, o más bien podríamos decir que en cada largometraje adoptaba un estilo distinto, el que más se adaptara a la historia que fuese a contar.

Aunque estuvo nominado muchas veces, solo ganó un Oscar honorífico en 2004.

Murió en 2011.

Películas inolvidables:

  • 12 hombres sin piedad (1957)
  • La colina (1965)
  • Serpico (1973)
  • Tarde de perros (1975)
  • Network, Un mundo implacable (1976)
  • El príncipe de la ciudad (1981)
  • Veredicto final (1982)
  • Antes que el diablo sepa que has muerto (2007)

POR CIERTO: de Doce hombres sin piedad, y de Sidney Lumet, hablamos largo y tendido en el podcast La Hoguera de los Necios.

SOBRE MÍ Me llamo P. A. García y soy escritor. Tengo tres novelas publicadas: Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción. Porvenir es una aventura espacial futurista con toques apocalípticos. La Secta del Fuego es una novela de espada y brujería.