La noche de la esvástica – Distopía feminista y antifascista

Antes de El Cuento de la criada (1985), de Farenheit 451 (1953) y de 1984 (1949), Katharine Burdekin escribió La noche de la esvástica (1937), una distopía feminista y antifascista que pone el foco en los peligros del nazismo. Previamente al libro de Burdekin, dos distopías clásicas ya se habían publicado: Nosotros (1920) y Un mundo feliz (1932).

La fecha de publicación de La noche de la esvástica, 1937, es importante. Los de Hitler llegaron al poder en 1933, y ese mismo año promulgaron leyes racistas contra los judíos y a favor de la esterilización de los enfermos de nacimiento, entre otras. La llegada de Adolf y Cía. al gobierno de la nación también marcó el fin de numerosos derechos de las mujeres.

El exilio de las mujeres de la vida política fue total: no podían sentarse ni en el Reichstag, ni en los parlamentos regionales ni en los consejos municipales. También se las retiró de la educación superior. En 1933 se modificaron los programas escolares para niñas con el objetivo de disuadirlas de cursar estudios universitarios.

Más tarde, en 1936, se aprobó una ley que prohibía a las mujeres el acceso a puestos de alto nivel en el sistema judicial (como juez y fiscal) y en el ámbito médico. Todas las funcionarias públicas fueron despedidas. A las ya doctoras (médicas) no se les permitió ejercer. Pero esta medida fue sólo temporal porque su pérdida tuvo un efecto tan perjudicial para la salud pública que algunas fueron llamadas de nuevo a ejercer.

Noche de la esvástica
La noche de la esvástica en la edición de Rayo Verde (2023). Cuenta con una traducción exquisita a cargo de Xavier Caixal i Baldrich. Y un ensayo muy interesante de Daphne Patai.

Las mujeres en la Alemania nazi

Las políticas impuestas por los nazis contrastaron con la evolución de la igualdad de género en la Alemania de entreguerras, durante la llamada República de Weimar (1918-1933). El nazismo se distinguió por su actitud conservadora y dominada por los hombres.

En la República de Weimar la situación de la mujer era una de las más progresistas de Europa. La Constitución de 1919 proclamó su derecho al voto, a la igualdad de los sexos en asuntos cívicos, a la no discriminación, y derechos de maternidad e igualdad conyugal dentro del matrimonio. También se integró a las mujeres en la vida política, con alguna feminista alemana como diputada del Reichstag (Parlamento) de 1920 a 1933.

Las mujeres podían vestir igual que los hombres y se debatieron libremente asuntos como que pudieran tomar anticonceptivos y abortar. También se legisló a favor de su derecho al trabajo y a la vida académica superior.

La llegada de Hitler al poder como canciller marcó el fin de todos esos derechos recién conquistados por las mujeres. Por ejemplo, mientras que la mayoría de los partidos de la República de Weimar presentaron candidatas femeninas, el partido nazi no lo hizo. En 1933, Goebbels justificó esta posición diciendo que «es necesario dejar a los hombres lo que les pertenece». O sea que para él y los suyos, la política y la gobernación eran cosas de hombres en exclusividad. Tanto fue así que Alemania pasó de tener 37 diputadas en el parlamento (de un total de 577 miembros) a ninguna tras las elecciones de 1933.

Las muñecas sexuales hinchables fueron un invento de los nazis durante la IIGM. La idea partió de las SS para evitar que los soldados siguieran contagiándose de sífilis de las prostitutas francesas.
Noche de la esvástica
Swastika Night FUENTE

Otras perlas que nos dejó la política machista de los nazis y que inspiraron La noche de la esvástica fueron:

  • La Orden de procreación de Himmler a las SS (1939): se instaba a los maridos a persuadir a sus mujeres a parir hijos de pura raza aria para el régimen. Al menos 4 hijos era lo ideal.
  • El aborto, así como el uso anticonceptivos, fueron totalmente descartados. Curiosamente, el estado civil de las mujeres, o sea si estaban casadas o no, no importaba demasiado. Los nazis preferían una madre soltera que una esposa abortiva. Que los nazis de pro tuvieran hijos bastardos era celebrado.
  • Un lema del régimen para las mujeres pregonaba Hijos, cocina e iglesia. El papel de las mujeres se limitaba en exclusiva al hogar y los cuidados, a ejercer de maestras, enfermeras o secretarias y a asistir a la iglesia.
  • Más tarde, cuando la guerra hacía mella en los alemanes, se permitió a las mujeres incorporarse al trabajo en fábricas y en el campo, a falta de hombres. Por cierto, en EE.UU. se dio una situación equivalente.
En el campo de concentración de mujeres de Ravensbrück, el más grande de Alemania, hubo mujeres que desempeñaron puestos de carceleras de las presas femeninas. Al igual que en el caso de los hombres, muchas mujeres aparentemente corrientes hicieron cosas terribles.

Katharine Burdekin

Katharine Burdekin fue una escritora británica nacida en 1896 y fallecida en1963. Se crió en una sociedad y una época profundamente machista. Por ejemplo, su familia se negó a que realizase estudios superiores.

Durante la Primera Guerra Mundial participó en el conflicto como enfermera. Más tarde, en 1920, se fue a vivir a Australia con su familia, aunque terminaría retornando a Inglaterra unos años después.

Del 1915 al 1922 Burdekin estuvo casada con un remero y abogado con el que tuvo dos hijas. A partir de 1926, cuatro años después de la ruptura con el padre de sus hijas, mantuvo una relación romántica con otra mujer.

La escritora británica Katharine Burdekin FUENTE

Katharine empezó a escribir en los años 20. En la novela The rebel passion (1929) encontramos elementos de ciencia ficción distópica, mundos alternativos y un fuerte compromiso a favor del feminismo y el cuestionamiento de los roles de género imperantes en la sociedad del momento.

En 1934, Burdekin adopta el pseudónimo de Murray Constantine para poder escribir en contra del fascismo sin poner en riesgo su integridad y la de su familia. Ese mismo año publica Proud Man, una novela futurista que gira en torno al hermafroditismo y critica, de nuevo, los rígidos roles de género de principios del s. XX.

En 1937 apareció la obra más conocida de Katharine Burdekin, La noche de la esvástica. Se trata de una distopía ambientada siete siglos en el futuro, una época muy sombría en la que los nazis dominan medio mundo. Hasta 1980 no se desveló que la autora del libro era en realidad Katharine Burdekin, todavía oculta bajo el seudónimo de Murray Constantine.

La noche de la esvástica

Estamos 700 años después de la Guerra de los 20 años, que ganaron los nazis en Europa, África y parte de Asia. El régimen se conoce ahora como el Hitlerianado. La Alemania nazi comparte la hegemonía con el Imperio Japonés, que es su gran rival. Los nipones dominan el cotarro en Asia, América y Australia. Ambas potencias son muy similares: militaristas, fascistas y misóginas.

Hitler es considerado un dios y su imagen persiste altamente tergiversada e idealizada: se dice que era alto, fornido, rubio, con pelazo y barba a lo Chris Hemsworth en Thor. Además, se cuenta que no nació de mujer sino que explotó. Existe una unión total de estado y religión. La Biblia hitleriana es el único libro ideológico permitido.

Alemania es un país divido en feudos gobernados por los caballeros, un remedo de los antiguos caballeros teutónicos medievales. Esta alta aristocracia la conforman los descendientes del círculo íntimo de Hitler cuando este vivía. Los caballeros además son los sacerdotes de la religión hitleriana.

Katherine Burdekin (1896-1963) FUENTE

Todos los judíos han sido asesinados. Todo conocimiento del pasado ha sido borrado. Sólo a algunos hombres, que se dedican a oficios técnicos, se les enseña a leer. De todas formas, no hay libros de espaciamiento salvo la mencionada Biblia hitleriana. No hay periódicos ni revistas tampoco. La información gubernamental se retransmite en exclusiva por medios audiovisuales.

Los nazis profesan un culto a la masculinidad en su vertiente más tóxica y violenta. Incluso el ideal de belleza es un joven alemán alto, rubio, de ojos azules. Estamos por tanto en una sociedad patriarcal claramente orientada a la homosexualidad.

Una novela de pocos personajes

El protagonista principal de la novela es Alfred, un inglés que está de peregrinación por los lugares santos de Alemania. Inglaterra ha sido ocupada por los alemanes y los ingleses son una raza sometida.

Otro protagonista es Hermann, un amigo que hizo Alfred cuando aquel pasó una temporada en Inglaterra como miembro del ejército de ocupación. Hermann es un campesino fiel a Hitlerianado que tiene un problema: todo hombre alemán debe tener hijos antes de los 30. Pero él tiene 25 y nanai. Y es que Hermann no soporta a las mujeres.

El rechazo de Hermann a las mujeres se explica, junto con el homoerotismo, porque las mujeres actuales son una sombra de lo que eran. Tiempo atrás hubo un plan concienzudo para degradarlas, despojarlas de voluntad y de personalidad y hasta de un desarrollo físico normal. Ahora son seres torpes, malnutridos, feos, ignorantes, maltratados y hacinados en granjas de reproducción.

Noche de la esvástica
Swastika Night en una edición en la que figura como autor Murray Constantine FUENTE

El inglés Alfred pretende destruir el Imperio alemán. Y es que lleva tiempo dándole vueltas en la cabeza a la idea de que los nazis no son hombres de verdad, no son superiores, sólo más brutos e implacables que nadie. Alfred realmente no es peligroso para el régimen, pero sí von Hess, un caballero contrario al Hitlerianado que custodia un libro y una foto que suponen el único testimonio real y no manipulado del pasado.

El encuentro y buen entendimiento entre Alfred y von Hess encenderá la chispa para un posible cambio en el estado de las cosas…

Contra el fascismo y el supremacismo masculino

En su novela La noche de la esvástica, Katharine Burdekin defiende la tesis de que misoginia y supremacismo masculino están íntimamente vinculados al fascismo. El vínculo es su culto a una masculinidad misógina, agresiva e inclemente.

La autora también ataca al militarismo. La violencia y la brutalidad no hace a los soldados hombres, opina Burdekin, sino niños. Militarismo y culto a la masculinidad también van de la mano.

En La noche de la esvástica, Burdekin también pone sobre el papel el racismo del régimen nazi. Todos los judíos han sido asesinados durante el Hitlerianado, y las demás razas se consideran inferiores. Unido al racismo, los nazis defienden el privilegio de clase y el privilegio de sexo. Según este último, a las mujeres se puede y debe violar impunemente obtener descendencia.

La democracia es difícil porque un hombre de carácter siempre se va a rebelar contra el gobernante elegido. Los gobiernos autoritarios y con militares son más fuertes. Pero se estancan.

El pensamiento autónomo es otro enemigo del fascismo, señala la autora.

Para luchar contra en fascismo es importante preservar el conocimiento, por eso los gobiernos fascistas y autoritarios lo anulan. Destruyen los libros, borran la historia o la alteran en su discurso.

Los alemanes no son hombres porque no piensan libremente. Se refugian en la sangre y nada más. No tienen opiniones. Donde no hay libertad de opinión no hay honor.

Estamos ante una novela con un comienzo explosivo y muy desasosegante. Todo lo que se nos cuenta sobre la condición de las mujeres da mucha congoja. Luego la narración se serena un poco, tiene un período valle, pero el interés no decae. Al menos así fue en mi caso.

Es un texto con mucha introspección y largos diálogos. De hecho, dos tercios del libro consisten en Alfred y Von Hess hablando y debatiendo. Casi parece un ensayo.

Luego, en el último tercio pasan muchas cosas de forma quizá un poco abrupta. Pero ninguna pega de estas me supuso ningún inconveniente a la hora de avanzar con la lectura. La disfruté muchísimo y además me sirvió como detonante para investigar un poco sobre el rol de las mujeres en el régimen nazi, bastante desconocido para mí. En definitiva, La noche de la esvástica me pareció un libro absorbente y que recomiendo.

SOBRE MÍ

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1 comentario de “La noche de la esvástica – Distopía feminista y antifascista”

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