Benito Soto – Un pirata sanguinario

Benito Soto Aboal fue un pescador, contrabandista, tratante de esclavos y asaltabarcos sanguinario de principios del siglo XIX. Se le considera uno de los últimos piratas europeos en el Atlántico.

Nació en Pontevedra en 1805 y fue ejecutado en Gibraltar antes de cumplir los 25 años. Lo encontraron culpable de 75 asesinatos y del saqueo de 10 navíos.

En la época que le tocó vivir, el personaje histórico más importante en Europa era Napoleón, que sembró el continente de guerra. En España fueron tiempos de decadencia. Tras el desastre de Trafalgar contra los ingleses, el Reino ya no fue capaz de sostener sus posesiones y el comercio de ultramar. Además, entre 1808 y 1814 se libró la destructiva Guerra de Independencia española.

Benito Soto
Benito Soto Aboal (1805-1830) – FUENTE

De humilde pescador a traficante de esclavos

Benito Soto Aboal nació en el barrio pontevedrés de A Moureira el 22 de marzo de 1805. Fue el séptimo de catorce hermanos. Al ser analfabeto y pobre, tuvo que emplearse muy pronto en la mar en un bote de pesca que le dejó su padre al fallecer.

Enseguida, Benito se dio cuenta de que ganarse el sustento en el mar era una faena tan dura y como peligrosa: a dos de sus hermanos se los tragó las aguas para no devolverlos nunca. Soto también aprendió que el contrabando era cosa generalizada en aquellos tiempos por la zona, lo que más tarde le conducirá a la piratería.

Ya fuese porque no congeniaba con el hombre con el que se casó su madre al enviudar; o porque huyó escapando de la “Matrícula del Mar” (una especie de servicio militar forzoso que obligaba a servir en la Marina Real); o porque buscaba noticias de su hermano José Ramón, embarcado tiempo a atrás; el caso es que, antes de cumplir los 20 años, Benito Soto dejó su hogar para buscarse la vida mar adentro.

Iglesia de Santa María la Mayor, sufragada por el Gremio de Mareantes del barrio de A Moureira en el siglo XVI – FUENTE

Motín a bordo

Benito Soto Aboal acabó llegando a Brasil y allí se embarcó en un barco negrero llamado Defensor de Pedro. Durante los siguientes 4 años, se dedicó al comercio de esclavos entre África y Río de Janeiro. Estos viajes eran peligrosos: si los pillaban los ingleses había como mínimo un intercambio de cañonazos.

Como contramaestre del Defensor de Pedro el auténtico carácter de Benito Soto salió a flote. Se le describe como un joven endurecido y harto de todo, que no sonreía y era cruel sin motivo. Ejercía el mando sobre los tripulantes con dureza, a golpe de látigo y siempre con gesto contrariado. Pero sobre todo era despiadado con los negros. Le gustaba azotarlos, los liquidaba sin contemplaciones cuando enfermaban y disfrutaba tirándolos al mar cuando estaban moribundos.

Mientras tanto, Benito Soto fantaseaba con la idea de convertirse en pirata. Y así, en enero de 1828, estando atracados en las costas de Guinea para cargar el barco de un nuevo cargamento de esclavos, Benito Soto lideró un motín en el que él y varios aliados se adueñaron del Defensor de Pedro.

Benito Soto, líder pirata

Soto y los suyos abandonaron la costa de Guinea rumbo a alta mar. En seguida, para dejar claro quien mandaba, el pontevedrés se deshizo a tiros del único miembro de la tripulación que cuestionó su mandato. Poco después se convirtieron en piratas al atacar una fragata mercante inglesa llamaba Mourning Star.

El asalto al Mourning Star fue ultraviolento. Los piratas trataron a los tripulantes a golpes, violaron a dos mujeres y mataron al capitán y los tripulantes a tiros y puñaladas. Al resto de los pasajeros (17 inválidos, 4 mujeres y 9 niños) los encerraron en la bodega. Tras robar todo lo que había de valor y cargarlo en el Defensor de Pedro, prepararon fugas en el barco para que se hundiera con los supervienes dentro.

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El barco pirata de Benito Soto a la caza del Mourning StarFUENTE

La siguiente en tener la desgracia de cruzarse con el Defensor de Pedro fue una fragata americana llamada Topaz. Los hombres de Soto abordaron su cubierta y la emprendieron a golpes contra todo y todos. Rapiñaron y trasladaron al Defensor de Pedro todo lo que consideran valioso: sedas, alhajas varias, añil, etc. Luego se lanzaron al exterminio de todos los tripulantes y pasajeros. Por último, le prendieron fuego al barco.

Benito Soto ya tiene suficiente

Después de los brutales ataques al Mourning Star y al Topaz, Benito Soto consideró que ya tenía botín suficiente para volver a Pontevedra y hacer negocio contrabandeando. Sin embargo, esto no supuso su retiro de la piratería.

Tras abortar de forma sangrienta un intento de motín contra su autoridad, él y sus hombres todavía encontraron tiempo para asaltar al menos 6 barcos más. Fueron el Sumburg, el Ermelinda, el New Prospect, el Cessnok y dos pecios portugueses. Estos asaltos no fueron la carnicería de los dos anteriores. Los de Soto se conformaron con robar algunos víveres, útiles de navegación, ropas y objetos personales. Por supuesto, hubo violencia, golpes y torturas a la tripulación, pero sin llegar a matar a nadie.

En abril de 1828 el Defensor de Pedro por fin tomó puerto en Pontevedra. Benito Soto y los suyos se hicieron pasar por ingleses contrabandistas de tabaco procedentes de América y no tuvieron contratiempos.

Habían pasado 4 años desde su partida.

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Representación del ataque de Benito Soto y sus secuaces al Mourning Star FUENTE

No es tráfico, es contrabando

De vuelta en su Pontevedra natal, Benito Soto se puso en contacto con su tío José Aboal, y ambos se dedicaron a dar salida a los objetos robados. Café, alcohol, telas y otros productos los pudieron vender sin problemas haciéndolos pasar por contrabando.

Pero mercadear las joyas y artículos del estilo, más inculpatorios, era un asunto más delicado, así que decidieron trasladar la operación a Coruña. Para estar a salvo de chivatazos, Benito Soto retomó su vena sanguinaria y eliminó a todo aquel sobre el que albergaba dudas de su fidelidad.

Sin embargo, pese a sus cautelas, algo salió mal y Soto y sus piratas dejaron la mitad de la mercancía depositada en Coruña y se largaron escopeteados rumbo a Berbería.

Descalabro en Gibraltar

En mayo de 1829 el Defensor de Pedro encalló bochornosamente en la playa de Santa María, cerca de Cádiz. Todo indica que los piratas se equivocaron, confundieron el faro de la Isla de León con el de Tarifa, y por eso terminaron varados en ese lugar. Pero lo que más les puso los pelos de punta fue que se trataba de una zona muy populosa, con lo que pasar desapercibidos resultaría imposible.

De primeras tuvieron suerte y las autoridades los tomaron por unos pobres náufragos inocentes. Solo hicieron falta unos sobornos por aquí y por allá. Ante esto, los criminales del mar se sintieron impunes y se fueron de juerga por las calles de la ciudad. Llamaron tanto la atención que unos días después los detuvieron a casi todos.

Pero no a Benito Soto, que consiguió escapar.

benito soto
Benito Soto – FUENTE

Mientras los detenidos eran ejecutados o enviados a prisión por piratería y otros delitos, Benito Soto cruzó a Gibraltar. Se alojó en una taberna e intentó pasar desapercibido. Pero la dueña enseguida sospechó de él porque siempre estaba en su cuarto, siempre agarrado a un cuchillo, y siempre vigilando su cofre.

Finalmente fue detenido e identificado como el sanguinario pirata Benito Soto. La leyenda cuenta que en Gibraltar, el 26 de enero de 1830, con la soga al cuello, Benito Soto gritó antes de morir:

Adeus a todos, a función rematou!

¡Adiós a todos, terminó la función!

Si quieres saber más cosas sobre la vida de Benito Soto, te recomiendo que escuches el episodio que le dedicamos en el podcast La Hoguera de los Necios.

FUENTE: El último pirata, de Jorge Parada Mejuto.
SOBRE MÍ Me llamo P. A. García y soy escritor. Tengo tres novelas publicadas: Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción. Porvenir es una aventura espacial futurista con toques apocalípticos. La Secta del Fuego es una novela de espada y brujería. Además, participo en un podcast sobre cine e historia, con mucho humor, llamado La Hoguera de los Necios.