Prisciliano – El primer hereje ejecutado por la Iglesia (2 de 2)

Concluimos el repaso a la vida del hereje Prisciliano. (Viene de la entrada anterior).

Los juicios de Tréveris

En el año 383 e. c., para desgracia de Prisciliano, entró en escena un nuevo emperador, Máximo. Este se dirigió a las Galias desde Britania, donde comandaba tropas. Máximo se alzó con el poder tras asesinar a Graciano. Máximo, de origen posiblemente galaico, despertó más recelos que simpatías entre los romanos. Se lo consideraba un depravado y un expoliador y pasó a la historia con el sobrenombre de Usurpador. Otro emperador, Teodosio, ejercía en Oriente.

El conflicto entre priscilianistas y antipriscilianistas, entre Itacio y Prisciliano, inició entonces su tercer y definitivo asalto. Itacio de Faro, que se encontraba cerca de Tréveris, aprovechó la llegada del usurpador Máximo a esa ciudad para ponerlo en antecedentes. Su odio hacia Prisciliano era más visceral que nunca. Hidacio de Mérida, por su parte, parece que se habría descafeinado en su animadversión hacia el obispo de Ávila. Máximo hizo caso a Itacio y convocó un concilio en las Galias para dirimir la herida abierta en la ortodoxia cristiana.

En la ciudad de Burdeos, poco amiga de los priscilianistas, se puso en entredicho de nuevo a Prisciliano y su corriente. Se produjeron nuevos debates enfrentados sobre la Trinidad, o sea sobre si Dios era uno y trino o si Jesucristo y el Espíritu Santo eran entes separados. También se censuraba, además de que el priscilianismo negase la Trinidad, que los priscilianistas tomasen como buenos ciertos evangelios apócrifos. En el ambiente permeó cada vez más la vieja idea de considerar herejes a los priscilianistas. El obispo Delfino de Burdeos enalteció a la muchedumbre, dando como resultado la muerte a pedradas de una noble aquitana llamada Pomponia de Úrbica, seguidora de Prisciliano.

El gran error de Prisciliano

Prisciliano acudió a la convocatoria en Burdeos. Llegó en el año 385 e.c. Enseguida se dio cuenta de que la hostilidad hacia él era infranqueable, así que apeló al emperador. Esto desconcertó a sus detractores en un primer momento. Era un movimiento audaz. Pero también ingenuo. Recurrir al poder civil le había dado fruto antes, tal vez por eso pensó que volvería a tener suerte. Pero se equivocaba.

El conflicto se traspasó de los obispos al poder civil y las discusiones se trasladaron a la ciudad de Tréveris. Una eminencia de la Iglesia, el obispo Martín de Tours, defendió en parte a los priscilianistas. Apoyaba que, si eran herejes, fuesen expulsados de sus cargos eclesiásticos, pero no estaba de acuerdo con inmiscuir al poder civil en el asunto. También el obispo Ambrosio de Milán se opuso. Pero sus voces no fueron suficiente y Tréveris se tiñó de sangre.

Moneda de plata con el el rostro del emperador Máximo de Hispania, el Usurpador FUENTE

La espada al servicio de la Iglesia

El emperador Máximo parecía poco dispuesto a inmiscuirse en la disputa, de acuerdo con la petición de Martín de Tours. Pero al final cedió a las presiones de los obispos antipriscilianistas y permitió que se torturase a los seguidores de Prisciliano. Lo que convenció a Máximo pudo ser que vio en la alianza con la Iglesia la manera de legitimar su usurpación.

Prisciliano también fue sometido al potro y otras torturas. Confesó «practicar magia, consagrarse a doctrinas obscenas, celebrar reuniones con mujeres vulgares y rezar habitualmente desnudo». El punto clave fue la magia, ya que llevar a cabo sortilegios, adivinaciones o maleficios era un delito castigado con la muerte (la herejía en sí no, pero la brujería sí).

El obispo de Ávila y los suyos fueron sentenciados a la pena capital. Ante esta medida Itacio de Faro se echó a un lado discretamente, pues sabía que las condenas a muerte iban a ser mal recibidas por buena parte de la jerarquía de la Iglesia. Ante el comportamiento esquirol de Itacio, tomó las riendas del proceso condenatorio un tal Patricio, que ejercía como tesorero del emperador.

Prisciliano y sus adeptos fueron decapitados a las afueras de la ciudad. La plebe de Tréveris acudió a ver el espectáculo y el ambiente se caldeó mucho entre detractores y simpatizantes. El primero en perder la cabeza fue el propio Prisciliano. Le siguieron seis personas más, sus acólitos más cercanos. Otros tuvieron más suerte y sólo sufrieron exilio. Corría el año 385 e. c. y habían pasado cinco años desde que se iniciara la persecución contra Prisciliano. El suceso implicó un hito de tristísimo mérito: Prisciliano fue el primer cristiano condenado a muerte por la propia Iglesia debido a sus creencias religiosas.

Porta Nigra de Tréveris. Frente a este lugar fue decapitado Prisciliano FUENTE

¿Intereses ocultos?

El emperador Máximo fue el primero en poner su espada, o sea el poder civil, al servicio de la Iglesia. Voces discordantes lanzaron acusaciones de que ajustició a Prisciliano y los priscilianistas porque «codiciaba la riqueza de sus bienes». Se defendió señalando que los ejecutó debido a sus confesiones, por practicar la brujería y los encantamientos, no por herejes. Pero se daba la casualidad de que la condena por realizar maleficios implicaba el embargo de las posesiones del ejecutado. Por tanto, el Usurpador se habría agenciado todas las pertenencias de Prisciliano en Gallaecia. Habría sido Itacio de Faro el que tentó con ese caramelito al emperador.

Además del patrimonio de Prisciliano, también habrían ido a parar a las arcas del emperador los bienes de la adinerada Eucrocia en Aquitania, también ejecutada. Eucrocia era madre de Prócula, la presunta abortista. Y lo mismo con los otros sentenciados a muerte. No olvidemos que se encargó de la la última fase del juicio (condena y ejecución) al tesorero imperial.

Prisciliano mártir

Tras las ejecuciones de Tréveris, el culto de Prisciliano no se extinguió, sino que se reforzó y propagó todavía más. Si sus seguidores antes lo habían venerado como santo, ahora lo celebraron como mártir. Tuvo mucho que ver en ello que sus restos fueron trasladados a Hispania, donde celebraron funerales solemnes. Era una época en la que estaba muy de moda venerar las reliquias de mártires y hombres santos.

La repatriación se llevó a cabo al poco de la muerte del emperador usurpador Máximo en el 388 e. c. Pero mientras Máximo vivió se siguió dando caza a los priscilianistas. Itacio e Hidacio no dejaron de azuzar contra el movimiento ascético galaico. Incluso la vida del obispo de Astorga, Simposio, corrió peligro.

Los impulsores de la caza de brujas salieron malparados. Itacio de Faro fue expulsado de su obispado. E Hidacio de Mérida dimitió. Con respecto a Máximo, el emperador Valentiniano II se alió con Teodosio y entre los dos se ventilaron al Usurpador en el año 388 e. c. Muerto Máximo, los priscilianistas respiraron por fin tranquilos.

¿El verdadero origen del Camino de Santiago?

El obispo Simposio de Astorga se libró del jaleo y conservó su puesto. Él y su hijo Dictinio se convirtieron en los líderes del movimiento. Ellos habrían sido los responsables de traer a Hispania los restos de Prisciliano.

Hay quien dice que las reliquias del hereje vinieron por mar. Otros que por tierra. Con el tiempo tomó fuerza la idea de que los restos de Prisciliano se trasladaron, enterraron y se convirtieron en lugar de peregrinación en algún lugar de la actual Galicia. Se llegó a esta conclusión porque el priscilianismo arraigó más que en ningún otro sitio en esta región. Algunos autores incluso especulan que la ruta seguida fue el verdadero origen del Camino de Santiago.

prisciliano
El suplicio de Prisciliano FUENTE

Los priscilianistas

Después de la muerte de Teodosio (395 e. c.) se acabó la relativa tranquilidad para los priscilianistas. Sus enseñanzas por entonces se pregonaban desde Finisterrae a los Pirineos y el Mediterráneo.

A los quince años de la ejecución de Prisciliano, en el 400 e. c., los obispos ortodoxos celebraron un concilio en Toledo para poner freno al priscilianismo, ya que según ellos todos los obispos galaicos eran priscilianistas y muchos hispanos lo mismo. Los principales líderes priscilianistas se vieron obligados a retractarse de sus creencias porque la curia los consideraba herejes. Pero la mayoría de ellos rechazaron a Prisciliano sólo de boquilla, y otros ni eso.

Para sus seguidores Prisciliano seguía siendo un mártir, y como tal le rendían culto. Fue tal el arraigo entre las gentes que, por ejemplo, décadas después de su muerte se juraba por Prisciliano antes que por la Virgen. El terremoto que provocó su ideología en el episcopado cristiano lo dejó temblando durante 300 años. Siguió totalmente en boga durante el reinado de los Suevos en Gallaecia, e incluso más allá: el priscilianismo se mantuvo vivo hasta el siglo VII por lo menos.

En el 4º Concilio de Toledo del año 633 e. c. se volvió a denunciar el priscilianismo. Fue a partir de ese momento cuando se impuso la visión de Prisciliano hereje en lugar de santo católico y mártir. Triunfó el discurso oficial de la jerarquía de la Iglesia. Prisciliano pasó al olvido de la historia hasta que en 1885 se descubrieron en Würzburg (Alemania) dos tratados escritos por él.

El misterio de la tumba de Prisciliano

El lugar de enterramiento de Prisciliano sigue siendo un misterio. Quizá se enterró en Ávila, donde fue obispo; o en Astorga, sede de sus principales valedores postmorten y los nuevos líderes del movimiento, el obispo Simposio y su hijo Dictinio; o en Iria Flavia (Padrón); o en Santa Eulalia de Bóveda (Lugo); o en A Ermida (Quiroga, Lugo); o en Os Mártores (Valga, Pontevedra); o… ¡en el sepulcro del Apóstol en Santiago de Compostela! Que la tumba del Apóstol sea en realidad la tumba de Prisciliano sería no poco irónico, aunque es poco probable. No obstante, menos factible aun es que los restos sean del Apóstol. Pero esa es otra historia…

Fuentes:
PRISCILIANO – Vida y muerte de un disidente en el amanecer del Imperio cristiano
,
de Diego Piay Augusto. Ediciones Trea – Estudios históricos la Olmeda – Colección Piedras Angulares. 2019.

SOBRE MÍ Me llamo Pablo A. García. Tengo tres novelas publicadas: Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción. Porvenir es una aventura espacial futurista con toques apocalípticos. La Secta del Fuego es una novela de espada y brujería. 
También he escrito para Ediciones Akal el libro de divulgación histórica La Francia de Gilles de Rais. El primer asesino en serie de la historia. Además, participo en el pódcast sobre cine e historia La Hoguera de los Necios.

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