La larga marcha, de Stephen King

La larga marcha es una de las novelas de Stephen King publicadas bajo seudónimo de Richard Bachman. Entre 1977 y 1984 King publicó cinco novelas con ese seudónimo. Se dice que tuvo que actuar así porque su promedio de obras terminadas superaba los límites de lo normal. O sea, que estaba saturando el mercado.

Fue en 1979 cuando La larga marcha fue publicada, precedida por Rabia (1977). Anteriormente, y bajo su nombre real, Stephen King ya había publicado Carrie (1974), El misterio de Salem’s Lot (1975) y El resplandor (1977). Del mismo año de La larga marcha es también la conocidísima La zona muerta.

Stephen King ha contado que aunque no fue su primera obra en llegar al mercado, La larga marcha sí fue la primera novela que escribió. Concretamente, unos ocho años antes de que Carrie fuera publicada en el 74. Por esa época King era un estudiante de primer año de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Maine. Tenía unos 20 ó 21 añitos.

la larga marcha

La Larga Marcha: Camina o muere

La novela nos transporta a unos EE.UU. distópicos donde está instalado algún tipo de gobierno tiránico y militarizado. Lo cierto es que no se dan demasiados detalles, y tampoco importa. De hecho, el único represente del poder que aparece en la novela es el Comandante, una figura apenas vislumbrada aunque decididamente siniestra.

El Comandante es el máximo responsable de La Larga Marcha que da título al libro. Se trata de una perversa competición deportiva en la que cien adolescentes previamente escogidos participan. El Premio para el vencedor es básicamente todo lo que desee. Cualquier cosa que pide se le concederá (dinero, mansiones, mujeres…). A los noventa y nueve marchadores restantes solo les espera la muerte. No hay ningún premio de consolación. Esta marcha es el gran evento del país, el pan y circo de esta malograda sociedad futura.

La mecánica de la competición es bien sencilla: se trata de caminar sin descanso siguiendo un recorrido preestablecido. Si te paras, recibes un aviso; a los tres avisos, te acribillan a balazos. Un ejército siempre vigilante se encarga de que ningún participante se escabulla. La Larga Marcha puede durar muchos días, kilómetros y kilómetros de carretera por diferentes estados, siendo Maine el punto de partida. La caminata se prolongará lo que tarden los noventa y nueve perdedores en morir hasta que solo quede uno en pie.

Solo uno será el triunfador.

Los 99 restantes morirán.

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La larga marcha – Una novela que cumple

La larga marcha es una novela solvente, lo que nunca es fácil. King te mete en la piel de los desdichados participantes, centrándose en unos cuantos como representativos de todos los demás. Sientes congoja por muchos de ellos, desprecio por otros, algunos te tocan la fibra y otros no tanto.

Sería lo más fácil del mundo que la novela resultase repetitiva. Al fin y al cabo, el desarrollo es siempre el mismo: caminar y caminar viendo como cada tanto fusilan a otro competidor por acumular tres avisos o realizar alguna acción prohibida, como intentar desviarse de la carretera o atacar a los vigilantes armados.

El gran acierto de King es haber escrito una novela que se puede definir como coral, con caracterizaciones bastante logradas. Surgen afinidades y animadversiones, sentimientos de solidaridad pero también de rechazo al prójimo. Y es que la competición es despiadada per se y hasta a los marchadores más empáticos no les queda otra que apostar por el egoísmo. Su vida está en juego.

El autor también es muy hábil haciéndote palpar las sensaciones que experimentan los marchadores a medida que se van quedando sin fuerzas, tanto físicas como mentales. Los dolores que van padeciendo, cómo van flaqueando, los estragos y el desfallecimiento que van experimentando a medida que pasan los días y los kilómetros. Recordemos que los marchadores no pueden dejar de caminar más allá de unos pocos segundos, ni para comer o beber, ni para realizar sus necesidades ni, por supuesto, para dormir o descansar. Ni aunque pillen un catarro. Ni aunque les de un calambre o les salga una ampolla o se les caiga una zapatilla. King consigue un difícil equilibrio entre el realismo y la crudeza pero sin llegar a resultar demasiado soez o sádico.

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Un par de pegas

Ahora bien, hay un detalle que me ha impedido disfrutar de La larga marcha al máximo. Me refiero a que desde muy al principio del libro se intuye quiénes van a ser los finalistas en la dura pugna final. Incluso quién va a ser el ganador de la competición. Se puede alegar que quién va a ganar es un poco lo de menos en la obra. Y seguramente sea cierto. Lo importante no es el final, sino el escenario, la situación en sí y las miserias humanas que se despliegan. Los que pierden no solo son los competidores asesinados, sino la sociedad entera.

Otro detalle menos convincente es que algunos personajes me resultaron quizá demasiado maduros para su edad. Hay ciertas reflexiones filosóficas, sobre todo de Garraty, difícil de concebir que salgan de la mente de un adolescente. Aunque hay que reconocer que es este carácter reflexivo lo que hace que La larga marcha sea una novela muy por encima de sus semejantes, junto con la capacidad de King para transmitir sensaciones.

Por último señalar que como crítica social la novela cumple al reflejar un mundo deshumanizado, frívolo, violento y tenebroso.

Stephen King con su perrita Molly, alias La cosa del mal – Fuente.
SOBRE MÍ Me llamo P. A. García y soy escritor. Tengo tres novelas publicadas: Un oficio indiscreto es una novela negra en un mundo de ciencia ficción. Porvenir es una aventura espacial futurista con toques apocalípticos. La Secta del Fuego es una novela de espada y brujería. Además, participo en un podcast sobre cine e historia, con mucho humor, llamado La Hoguera de los Necios.